El restaurante Errota-Zar de Madrid comenzó su carrera en la década de los 70 en Tolosa, donde muy pronto destacaron por su merluza a la parrilla.
Inspirándose para bautizarlo en el viejo molino -"Errota-zar" en euskera- del caserío de Idiazábal, propiedad también de los Olano, éstos fundaron en Madrid un restaurante fundamental para conocer el recetario vasco más tradicional.
Poco después ampliaron sus artes a la elaboración del marisco, besugo, rodaballo, chuletón o callos, todos preparados bajo las normas que han hecho de la cocina vasca una de las de mayor prestigio a nivel internacional.